El sábado era un día normal para Lucas Victoriano. A las 13.30 iba a encontrarse con el kinesiólogo del equipo, Gabriel Rossetti, para seguir el tratamiento de recuperación de su desgarro en el isquitibial izquierdo. Iban a correr. Iban...
Cuando llegó al consultorio, le explicó a Rossetti que no se sentía bien, que le faltaba el aire. Rossetti lo oscultó y algo no le gustó. Llevó a Lucas directamente al Sanatorio Norte, donde le hicieron una radiografía inicial.
"Yo no me sentía bien, pero me cagué todo cuando ví las caras de los médicos. Se movían como si pasara algo grave", cuenta Lucas desde el sanatorio, donde está internado hasta nuevo aviso.
"Tuve un neumotórax espontáneo. El pulmón se queda sin aire y es como que se desinfla todo. Llegué al sanatorio con un grado 3, que para cualquier persona es estar al borde de un paro cardíaco. A mí me salvó el hecho de ser un atleta y tener al otro pulmón al noventa y pico por ciento", dice ahora, más relajado.
"Me sorprendió cuando me dijeron que iban a internarme y les pedí ir hasta mi casa a buscar el cargador del celular y una muda de ropa. ´Ni en pedo´, me contestaron, entonces me dí cuenta que no era una pavada".
Ahora, Lucas deberá permanecer internado, luego de la operación que le hicieron el sábado a las 23.30, donde le colocaron un tubo que trabaja con el pulmón averiado. "Me hacen pruebas diariamente, para ver si el problema se soluciona solo. Si en unos días no reacciona bien, es probable que me tengan que operar de nuevo para hacerme como un parche. Igual, también me advirtieron que esto que me pasó puede repetirse, suelen ocurrir dos veces, pero ahora ya estoy avisado".
Aunque lo basquetbolístico es lo de menos, Victoriano tiene bronca. "Ya estaba corriendo. Es una pena que justo me pase esto ahora. Tengo que agradecerle al club, porque se portaron muy bien conmigo y actuaron con rapidez. Hubiese sido un lío si me pasaba en una gira de visitante".
Ahora, a pensar solo en el pulmón. Lo demás es totalmente secundario.
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